4 mar 2009

ESQUEMA SOBRE LA IMAGEN EN LA OBRA DE FELIPE SALVADO GILIJ: “MODO DE HACER EL PAN LLAMADO CAZABE”



Gráfica nro. 1 - Mateo González, Modo de hacer cazabe de los indios del Orinoco, del libro de José Gumilla, Orinoco Ilustrado y defendido. España, 1791.

Gráfica nro. 2 - Dibujo di Nicoló Guerrini y grabado de Francesco Faccenda, MODO DE HACER EL PAN LLAMADO CAZABE, del libro de Felipe Salvador Gilij, Ensayo de Historia Americana, Roma 1782


Datos del documento.


Nombre.
Modo de hacer el pan llamado maíz.

Fecha y lugar del documento.
Roma, 1782.

Descripción del documento.
Versa sobre un grabado aparecido en la obra, Ensayo de Historia Americana, del misionero italiano Felipe Salvador Gilij. En el grabado, se visualizan cinco mujeres dedicadas a la elaboración de alimentos. Dos de las mujeres se ocupan de elaborar cazabe: una de ellas raya la yuca y; la otra exprime la pulpa en el sebucán. Las mujeres restantes, en un mismo pilón, producen harina para elaborar arepas. También se observan dos viviendas de paja bien elaboradas. El dibujo y el grabado, Modo de hacer el pan llamado maíz, estuvo a cargo de Liboro di Nicoló Guerrini y Francesco Faccenda, respectivamente, en el taller romano de Luigi Perede, en 1782.

Naturaleza y circunstancias del texto

El documento ―que en este caso se trata de una imagen―, podríamos decir que es la obra de tres autores. Apareció publicado en la obra del misionero jesuita Felipe Salvador Gilij, y fue elaborado por él conjuntamente con dos artistas en Italia. Es un grabado inspirado en la estética neoclásica, una tendencia artística que imitaba las formas antiguas y que recuerdan a las estatuas grecorromanas. Del mismo modo que en las esculturas griegas, la mirada de las mujeres se dirige a otra parte que no es la de sus ocupaciones, como si sus miradas se perdieran en la lejanía del horizonte. El cabello es finamente ondulado, a la moda de la antigüedad. Más que indígenas, las mujeres del grabado se asemejan a las Musas Griegas.
Para reproducir las imágenes grabadas en el libro de Gilij, los artistas se valieron de la técnica del buril, un método de impresión muy popular durante el siglo XVIII, que consistía en hacer incisiones a una plancha de metal, en esas incisiones de la plancha se depositaba la tinta.
Parece muy probable que el mismo Gilij haya participado en la elaboración del grabado. Luego de decretarse la expulsión de los judíos de los territorios americanos, Gilij volvió a Italia y ejerció como docente universitario, pero se vio obligado a acatar el decreto de extinción de la Compañía de Jesús en 1773. “…Residenciado en Roma, comparte el ocio forzado del destierro con su vocación de escritor orinoquense…”.
Dejando de lado las figuras imaginarias de las mujeres indígenas en el grabado, las cuales parecen cumplir más un rol estético en el diseño; el resto de la impresión es verosímil. Lo que deseaban los artistas italianos era mostrar el proceso productivo para la elaboración de alimentos. Como refiere Carlos Siso, autor de uno de los primeros trabajos dedicados al estudio de la población venezolana, las mujeres eran las encargadas de las funciones domésticas en las comunidades indígenas: “En las tribus indias los hombres se dedicaban a la guerra, a la caza y a la pesca, y las mujeres eran las que se ocupaban de cultivar el conuco, de sembrar el maíz y la yuca, de las labores de la casa y de todo cuanto era necesario…” . Por otra parte, puede que el diseño de las vestimentas no fuera como aparece en el grabado; pero es cierto que las comunidades indígenas misioneras utilizaban finas vestimentas, esto también lo refiere Siso: “Los indios establecidos en los `Pueblos de Misiones´ llegaron a tener tal perfección en sus oficios, que los misioneros se jactaban de que ellos estaban mucho más adelantados en los ramos de las industrias de carpintería, herrería, zapatería, curtimbre y tejidos de telas, que los obreros de las ciudades…” . Más adelante, este mismo autor, citando al Superior de las Misiones del Caroní agrega: “Nos sorprendió, decía el Prefecto de las Misiones Catalanas del Caroní, la llegada de España en el año 1765 de algunos legos tejedores y carpinteros, porque en todas las Misiones de esta provincia abundan los telares, los tejedores y carpinteros…” . Esto demuestra que, además de abundancia de telas y buenos tejedores para la época en que se encontraba Felipe Gilij en las Misiones del Orinoco, poseían hábiles carpinteros, por lo que es muy probable que las viviendas de los poblados indios hubieran sido bien elaboradas como aparecen en el grabado.
Desde la época en que Gilij estuvo en las Misiones del Orinoco, el proceso de elaboración del casabe casi no se ha alterado. A pesar de existir en la actualidad técnicas industriales para hacer el casabe, la única modificación ha sido prescindir del sebucán por una prensa moderna. El resto del proceso de producción casi no ha variado de como lo describe Gilij.
La materia prima para la elaboración del casabe es la yuca. De ella se elabora desde la época precolombina el casabe, torta seca, delgada y blanca, con poco almidón y rica en fibras, sustituto del pan en casi todo el oriente y sur de Venezuela. De la yuca se conocen dos tipos: yuca dulce y yuca amarga. La yuca amarga, o yuca brava como también se le conoce, es la variedad de la que se obtiene el casabe. Su nombre se debe a la alta concentración de ácido cianhídrico que posee esta raíz, este ácido hace que la yuca amarga sea altamente venenosa, como afirma Gilij: “El tallo de las yucas dulces ordinariamente es blancuzco. Pero se hallan agrias que lo tienen también blanquísimo. Es necesario, pues, para no equivocarse, tener cautela, ya que se puede tragar un veneno si se come de la agria (…) El jugo de sus raíces, del cual diremos en otro lugar, es un veneno potentísimo”. El modo de preparar el casabe no es mencionado por Gilij, suponemos que no dio detalles al respecto por conocer la obra del Padre José Gumilla, que al igual que Gilij, escribió su relación de las Misiones orinoquenses pocos años antes que Gilij, en 1741, y con el cual Gilij compartió estadía en el Alto Orinoco y quien si hace detallada descripción del modo de preparar el casabe.
Los aborígenes lograron descubrir hábilmente el modo de extraer el veneno de la planta a través de un ingenioso instrumento: el sebucán. El sebucán es un tejido tubular alargado hecho con fibras de palma de moriche y con un asa en cada extremo.
El primer paso para la elaboración del casabe es rallar la yuca, para esto los indígenas contaban con un rallo de madera alargado que llegaba desde el suelo hasta poco más arriba de la cintura, dentado con piedrecillas afiladas, astillas de hueso, gruesas espinas de pez incrustadas y pegadas con resina. Luego de rallar la yuca, la pulpa, era introducida en el sebucán y, recibiendo presión contraria en ambos extremos, arriba y abajo, se extraía el mortífero veneno llamado yare, con el cual los indígenas preparan salsas y bebidas alcohólicas, luego de ser sometido a proceso de cocción. Una vez extraído el jugo venenoso, de la pulpa se hacían tortas redondas para ser colocadas sobre un budare ya caliente, y allí se dejaban cocer por ambos lados aproximadamente tres minutos. Una vez lista la torta, se ponía al sol o se comía fresca.
El grabado aparecido en el libro de Felipe Gilij sería reproducido casi una década después, en 1791, para la tercera edición del libro de José Gumilla, llamado El Orinoco Ilustrado y defendido. El grabado fue obra del español Mateo González (Arriba-Gráfica nro. 1), el estilo elegante del neoclásico se perdió, ya no aparecen unas mujeres que encarnan diosas griegas; sino más bien unas campesinas europeas despojadas de ropa.
La obra que mejor recoge la información acerca de los grabados, tanto de Gilij como de Gumilla, y otra serie de grabados realizados durante el período colonial es Retrato hablado de Venezuela, escrita por el historiador guayanés Rafael Pineda. Es un estudio de lectura ameno, contiene una variedad importante de grabados coloniales y resulta una fuente imprescindible para la investigación histórica de las imágenes en Venezuela.


El momento histórico

Las expediciones de reconocimiento de europeos en el río Orinoco fueron tardías y estuvieron asociadas a la idea de encontrar las fastuosas riquezas de El Dorado. Por el Bajo Orinoco, es decir, la parte norte donde esta su desembocadura en el Atlántico, desfilaron a partir de finales del siglo XVI las naos de los españoles Diego de Ordaz, Alonso de Herrera, Jerónimo Hortal y Antonio de Berrios, junto al pirata inglés Walter Raleigh. Estas primeras expediciones no aportaron nada a la colonización del territorio guayanés. En el Alto Orinoco, en febrero de 1569, saliendo de Santa Fe de Bogotá, Gonzalo Jiménez de Quesada inicia una expedición buscando El Dorado hacia Guayana; al cabo de dos años y medio, regresa junto con sus acompañantes a Bogotá.
La provincia de Guayana unida a la de Trinidad desde 1585, dependería de la provincia de Santa Fe desde 1591 hasta 1729. En ese año, mediante una real cédula, Guayana pasó a formar parte de la provincia de Nueva Andalucía, desapareciendo como provincia. En 1762 se creó otra vez la Provincia de Guayana y se decidió que Guayana nuevamente sería parte de Santa Fe, que para ese momento se había convertido en virreinato. Para 1766 pasa definitivamente a formar parte de la provincia de Caracas.
La colonización de la franja sur del Orinoco fue obra casi exclusiva de los misioneros jesuitas; pero para establecerse se toparon con serias dificultades. En 1669 bajaron desde Santa Fe de Bogotá por el río Meta los frailes Antonio Monteverde y Antonio Castán, y fundaron cerca de donde se une el Meta con el Orinoco el pueblo de Nuestra señora de Sálibas; pero no duró mucho esa misión, pues al año siguiente fallecieron los misioneros.
Luego de varios intentos fallidos por establecerse en las márgenes del Orinoco, en 1679, los Superiores de la orden jesuita en Santa Fe dispusieron enviar a los padres Ignacio Fiol y Felipe Gómez. Las noticias alentadoras de estos frailes, llevaron a los Superiores a enviar otro contingente de frailes a esa región, los cuales llegaron en 1682. Pero una rebelión de los indios destruyó los establecimientos misioneros, incendiaron los poblados y asesinaron a los frailes, salvándose sólo el Padre Julián Vergara. A raíz de este tropiezo los Superiores jesuitas detendrían su acción colonizadora en el Alto Orinoco.
La aventura colonizadora fue retomada años más tarde, al principio del siglo XVIII, por la valentía del Padre José Gumilla. La proeza de Gumilla se mantuvo por su celo de mantener escolta militar en los poblados misioneros, para contrarrestar las arremetidas belicosas de los caribes, estas primeras comunidades se componían de población indígena y estaban apartados de las poblaciones españolas. Gracias a la eficiente labor de Gumilla, los jesuitas pudieron establecerse en el Alto Orinoco, y más tarde, comenzarían a llegar más misioneros, entre los que se cuenta el Padre Felipe Salvador Gilij.

El autor y la obra

Felipe Salvador Gilij era natural de Italia, nació en Lagogne, en 1721. Perteneció junto a Gumilla, a la generación de ilustrados jesuitas. Se graduó de filosofía y teología en la Universidad Javeriana de Bogotá y luego fue misionero durante diecisiete años en el Orinoco. Durante este tiempo, Gilij logró compenetrarse íntimamente con el mundo indígena. Fue después rector de colegios religiosos en Potenza y Orvieto y colaborador en La Idea dell`Universo, obra famosa de Lorenzo Herbás y Panduro.
Buena parte de la obra de Gilij se ha perdido. Su Ensayo de Historia Americana, tiene un valor incuestionable para la historia de la región del Orinoco. Su crónica se sale de lo habitual para la literatura de la época al considerar a los habitantes de aquella región con ponderación. Sus descripciones de la geografía, los usos y costumbres de los habitantes orinoquenses, religión y lenguaje, se orientan a la valoración.


[1] Fundación Polar, Diccionario de Historia de Venezuela, tomo 2, p.501.

[2] Carlos Siso, La formación del pueblo venezolano (Estudios sociológicos), p.179.

[3] Ibídem, p.194.

[4] Ídem.

[5] Felipe Salvador Gilij, Ensayo de Historia Americana, p.143.

[6] Al respecto puede consultarse la revista Memorias de Venezuela, “Orígenes y supervivencia del casabe en Venezuela”, julio-agosto 2008, Nº 4, pp.54-57.



Fuentes consultadas

• Referencias

BIBLIOTECA AYACUCHO
Diccionario Enciclopédico de las letras de América Latina. Caracas, Monte Ávila Editores, 1995.

FUNDACIÓN POLAR
Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas, Exlibris, 1997.

• Artículos

“Orígenes y pervivencia del casabe en Venezuela”. Revista Memorias de Venezuela. Nº. 4. (Caracas, julio-agosto, 2008), pp. 54-57.


• Libros.

-AGUIRRE ELORRIAGA, Manuel
La Compañía de Jesús en Venezuela. Caracas, s/e, 1941, pp.253.

-GILIJ, Felipe Salvador
Ensayo de Historia Americana. Caracas, Petróleos de Venezuela. 1992. 4 v.

-GUMILLA, JoséEl Orinoco Ilustrado y defendido. Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1963, pp.519.

-KONETZKE, Richard
América Latina. La Época Colonial. (Pedro Scaron, Trad.). México, Siglo Veintiuno Editores, 1979, pp.397.

-NAVARRO, Nicolás
Los jesuitas en Venezuela. Caracas, Tipografía Americana, 1940, pp.77.

-QUINTERO, Gilberto
EL Teniente de Justicia Mayor en la Administración colonial venezolana. Aproximación a su estudio histórico jurídico. Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1996, pp.432. (Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 231)

-PINEDA, Rafael
Retrato hablado de Venezuela. Caracas, Lagoven, 1980, 2 v.

-SISO, Carlos
La formación del pueblo venezolano (Estudio sociológico). Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1986, pp.475.

-TAVERA-ACOSTA, Bartolomé
Anales de Guayana. Caracas, Cámara venezolana de Fomento, 1954, pp.605.


Félix Alberto Ojeda - Enero 2009
Escuela de Histoia UCV

3 mar 2009

Culturas aborígenes de la región centro norte de Venezuela y resistencia indígena.

La Región centro-norte de Venezuela, específicamente las áreas comprendidas actualmente por los Estados: Aragua, Miranda, Vargas y Área Metropolitana, fueron pobladas en sucesivas oleadas provenientes del sur de Venezuela, los primeros grupos humanos que llegaron a esta región centro norte emigraron desde el Orinoco a partir del siglo III según restos Arqueológicos hallados a las orillas del Caroata, Baruta, Hatillo, Fila de Mariche y El Pinar, estos grupos humanos poblaron las regiones mediante la tala y la quema (tradición de las cultura de barrancas en el bajo Orinoco) pero desaparecieron junto a la antigua vegetación cuyas causas están aun en investigación, surgen otras oleadas entre los siglos X y XII que formaron numerosos asentamientos1 que a través del tiempo formaría a los poblados indígenas llamados Teques, Toromayma, Arvacos, Mariches, Meregotos, Quiriquires, Guarenas, Tarmas, Charagatos, Esmeregotos, Baquiracotos, Caracas, entre otros. Por lo que es fácil concluir que nuestros orígenes se remontan a las soberbias y guerreras culturas de raza Caribe amazónico.

Ya entrados al siglo XV, existieron poblaciones indígenas en que su idioma caribe y la cultura Indígena tenían mucha similitud en su relación con la naturaleza, y lo vemos en las toponimias tales como catuchequao, toromayma, etc. Su relación con el mundo en el ámbito mágico-religioso se expresaba en sus danzas como la Itanera, las actividades de los curanderos chamanes o piache, en la conexión con su mundo abstracto para curar mediante hierbas las enfermedades de la comunidad, también esta simbiosis con su entorno se observa en la presencia de alabanzas o adoraciones a elementos naturales como el sol, la luna, montañas, ríos, etc.

Dentro del aspecto económico, convivían diferentes formas de producción, unos ya practicaban la agricultura (conuco) y la domesticación, grupos sedentarios, mientras que otros grupos indígenas se mantenían mediante la caza, pesca y recolección, nómadas o ambas formas de producción inclusive, llamadas mixtas. Entre estos grupos practicaban el trueque y se caracterizaban ambos (sedentarios y nómadas) por su modo de vida en colectividad y que sólo en caso de guerra, elegían a un jefe principal por sus dotes guerreros y por su destreza física. Cada asentamiento indígena tenia una población entre 180 y 150 personas, cada vivienda tenían entre 25 a 30 personas y los poblados tenían entre 6 a 8 casas.2

La llegada de los españoles desde 1560, representó un golpe mortal a la cultura aborigen, pues en esta llegada había contenido dentro de sí, la sed enfermiza por el oro que se hallaban en las minas, por ejemplo de San Diego, y el irrespeto absoluto a los derechos de los indígenas sobre sus posesiones, sólo le interesaba al invasor español la mano de obra forzada de los indios y el dominio de las tierras, por estas intenciones que ya venían aplicándose por toda la región venezolana, los Indígenas responden en su justa defensa resultando en cruentas batallas donde se mostró las fauces genocidas de los conquistadores, las hambrunas endémicas generalizadas en los poblados indígenas, las enfermedades por esa falta de alimentos y otras pestes que trajeron los españoles (viruela del año 1580 entre otras pestes), el subyugamiento y desplazamiento de los asentamientos indígenas que redujeron sus emporios dramáticamente, tristemente fue el resultado de la llegada española a esta región. Estas invasiones fueron las dirigidas por Francisco Fajardo, Luis de Narváez, Juan Rodríguez Suárez, Diego de Losada, Gabriel de Ávila, Garcí González de Silva, etc. Las cuales en su oportunidad, fueron rechazadas heroicamente por nuestros indígenas, donde figuraron lideres como Guaicaipuro, que logró confederar, los grupos indígenas más importantes y aguerridos de la región secundado por los heroicos: Cacique Terepaima, Paramaconi, Guaicamacuto, Paramacay, Urinare etc., guerra que desmoronó en varias oportunidades los intentos de los españoles de asentarse en el valle3 donde estaba el pueblo Toromaymas, y de fundar la ciudad de Caracas -llamada así por la abundante presencia de esta planta- probablemente sea esta una de las causas de que nuestra capital no tenga acta de fundación ni fecha precisa comprobada con dicho documento.4

Pero muchas fueron las adversidades que pasaron nuestros guerreros indígenas, y el imperialismo español con apoyo de Piratas Corsarios Franceses, y algunos indígenas traidores, logrando quebrar la resistencia indígena que entre otras acciones fue el vil asesinato del líder Guaicaipuro en una cobarde celada enviada por Losada y dirigida por Francisco Infante, “El cacique Guaicaipuro es sustituido por Conopoima quien muere en la batalla de 1573 en el peñón de Los Teques contra Garcí González De Silva”4, lo mismo también sucedería con un gran representante de la resistencia indígena el Cacique Tiuna que fue asesinado por un indígena traidor.

El régimen de encomienda se instaura en la región centro norte, siendo la encomienda, una empresa que confía la monarquía española al conquistador y se realiza mediante la asignación de uno o varios asentamientos indígenas para utilizarlos en la explotación de los recursos naturales obteniendo el provecho del mismo, en el caso de Los Teques, dominio de Guaicaipuro, se repartió en siete encomiendas, la de Pedro Matheus, Marco Gómez de Cascajales, Agustin de Ancona, Francisco Román, Hernando de la Cerda, Francisco Maldonado y Francisco Maestre, pero muchas de estas fueron abandonadas y a tal punto de preocupar a los Gobernadores españoles debido también a el continuo asedio de los indígenas, estos abandonos se traspasaron bajo la figura jurídica de dejación a otros españoles como el caso de las encomiendas de Pedro Matheus el 05 de marzo de 1568, este particularmente generó un pleito5 entre Cristóbal Cobos y Andrés González por el control de esta encomienda y que reclamaban derechos sobre la misma, pleito que duro años y continuo después, el análisis de los documentos de este pleito nos ha dado luces para el estudio sobre este periodo ya que el conflicto eran sobre todo por los grupos indígenas donde vivió el Cacique Guaicaipuro.

Sin embargo, la resistencia se mantuvo contra la invasión y el avance español, resistencia que hoy en día llevamos en nuestra herencia de pueblo mestizo y que nos obliga a nunca olvidar aquellos héroes que derramaron su sangre por la dignidad de una cultura ancestral y la permanente reivindicación de estos valores a través de una revisión de nuestra mentalidad.

[1]SANOJA, Mario El agua y el poder,
[2] DE ARMAS CHITTY, José. Caracas, origen y trayectoria de la ciudad.

[3] Archivo Nacional. Sección Encomiendas, tomo III, folios 92 vuelto 116 en Francisco Alejandro VARGAS, Guaicaipuro , el Cacique de los Teques, 2001, Pág. 81.

[4] CUADERNOS DE HISTORIA REGIONAL, gobierno del Estado Mirando, Los Teques. 1981. Pág. 11

[5] MARÍA, Nectario. Indios teque y el cacique guaicaipuro.

Alejandro Ayala - Javier Villamizar -
Escuela de Historia UCV

    Algunas sentencias del ideario de Simón Rodíguez:

    «El hombre no es ignorante porque es pobre, sino lo contrario»

    «Instruir no es educar; ni la instrucción puede ser un equivalente de la educación, aunque instruyendo se eduque»

    «No hay interés donde no se estrevé el fin de la acción. Lo que no se hace sentir no se entiende, y lo que no se entiende no interesa. Llamar, captar y fijar la atención, son las tres partes del arte de enseñar. Y no todos los maestros sobresalen en las tres»

    «El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender; no al que manda aprender o indica lo que se ha de aprender, ni al que aconseja que se aprenda. El maestro que sabe dar las primeras instrucciones, sigue enseñado virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender»

    «No hay oveja que busque al pastor, ni muchacho que busque a maestro»

    «Enseñen los niños a ser preguntones, para que, pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer; se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como los limitados, no a la costumbre como los estúpidos»

    «La ignorancia es la causa de todos los males que el hombre se hace y hace a otros; y esto es inevitable, porque la moniciencia no cabe en un hombre: puede caber, hasta cierto punto, en una sociedad (por el más y el menos se distigue una de otra). No es culpable un hombre porque ignora - poco es lo que puede saber -, pero lo será si se encarga de hacer lo que no sabe.»

    «Acostumbrese al niño a ser veraz, fiel, servicial, comedido, benéfico, agradecido, consecuente, generoso, amable, diligente, cuidadoso, aseado; a respetar la reputación y a cumplir con lo que promete. Y déjense las habilidades a su cargo; él sabrá buscarse maestros, cuando joven.

    «Sólo la educación impone obligaciones a la voluntad. Estas obligaciones son las que llamamos hábitos.»

    «Enseñen, y tendrán quien sepa;'eduquen, y tendrán quien haga.»

    «Toca a los maestros hacer conocer a los niños el valor del trabajo, para que sepan apreciar el valor de las cosas.»

    «Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra».

    «Enseñar es hacer comprender; es emplear el entendimiento; no hacer trabajar la memoria»

    «El maestro de niños debe ser sabio, ilustrado, filósofo y comunicativo, porque su oficio es formar hombres para la sociedad»

    «Nadie hace bien lo que no sabe; por consiguiente nunca se hará República con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte.»

  • El Anterior extracto es del libro de: Rumazo Gonzalez, Alfonzo; "Ideario de Simón Rodríguez"; Ediciones Centauro; 1980; Caracas; Venezuela.

2 mar 2009

LA TRAGEDIA DEL GENERALÍSIMO

En 1812, el joven Simón Bolívar es puesto por el Generalísimo Francisco de Miranda al frente de la más importante plaza militar que la naciente República de Venezuela tenía: El Castillo de San Felipe de Puerto Cabello. Ahí, el incipiente militar caraqueño, víctima de la traición y la felonía de unos de sus colaboradores, Francisco Vinoni, pierde la plaza a manos de los realistas y dio al traste con las posibilidades de consolidar el proyecto republicano de los venezolanos. Esta acción obliga a Miranda a realizar una Capitulación ante el General Domingo Monteverde, máximo jefe realista de Venezuela. Los términos de la capitulación fueron suficientemente claros: el respeto a la vida y la libertad de los actuantes en la Revolución de abril de 1810; punto que no era negociable. Sin embargo, Monteverde traiciona a Miranda violando el acuerdo y comienza una cacería de brujas en todo el territorio.

Ante esta situación Miranda decide abandonar el país y refugiarse en la Nueva Granada, bajo el cobijo de Nariño, para buscar nuevas fuerzas que ayudaran a retomar el control militar y político de la naciente República. Esto es referido por el hermano Nectario María, quien sostiene que: … “Miranda le manifestó [a Pedro Gual] su plan de irse a la Nueva Granada, donde contaba con Nariño, que era su amigo; y con los recursos que se pudieran llevar y los que probablemente tuvieran allí, seguir luchando y volver a Caracas ‘sin correr los riesgos de toda clase de que estamos amenazados aquí en este momento’.”. Sin embargo, todos los esfuerzos del Precursor fueron en vano, pues el 30 de julio de 1812, Miranda es entregado a Manuel María de las Casas al ejército realista, oficial que estaba a cargo de la plaza y el doctor Miguel Peña, máxima autoridad civil de La Guaira. La noche del 29 algún dinero que embarcó en el Saphiree, barco inglés que le ofreció llevarlo hasta su posible destino en Nueva Granada.

Las fuerzas militares realistas hacen prisionero a Miranda y lo encarcelan en las frías mazmorras del castillo de La Guaira para luego, en el primer tercio del año 1813, ser trasladado, como un acto de humillación, a los calabozos del Castillo de Puerto Cabello, sitio donde en 1806 estuvieron presos sus compañeros expedicionarios y diez de ellos fueron ahorcados. Desde Puerto Cabello Miranda envía sendas comunicaciones a las Cortes de Cádiz, buscando salvaguardar la integridad de su vida, así como la solicitud expresa de que las condiciones de la Capitulación fueran respetadas y cumplidas por los realistas.

A finales del año 13, las autoridades españolas decidieron, producto de los levantamientos en Nueva Granada y las provincias de Venezuela y Caracas, trasladar a Miranda hacía las cárceles españolas. En comunicación enviada por el Gobernador de la isla, éste recomienda el traslado del peligroso reo a la península, ya que “no era posible mantener allí por más tiempo la persona de Miranda, pues por más cautelas que tomasen, por más respetable que fuese la guardia, nada bastaba para precaver los recelos que causaba un hombre enviado de Caracas con orden de echarlo a la mar en caso de aventurarse su seguridad, y no ocurriendo otra providencia más prudente que la de dejarlo donde no tuviese conocimiento, había determinado embarcarlo en el Bergantín Alerta que salía pronto para que fuese encerrado donde y como se merecía”.

Miranda llegó a Cádiz el 5 de enero de 1814, siendo inmediatamente puesto a las órdenes del Capitán General don Cayetano Váldes, quien decidió que el sitio más seguro era el Arsenal de La Carraca, situado al fondo de la bahía de Cádiz y al sureste de la ciudad. Esta cárcel constituía, por sus condiciones naturales, así como por su emplazamiento, un sitio inexpugnable y pertinente para la reclusión de tan peligroso reo de Estado. Miranda, mientras estuvo ahí, fue alojado en una de las cuatro torres que conformaban el Arsenal de La Carraca y recibió todas las comidas desde una fonda destinada al personal que laboraba en el Arsenal. Entre el 25 de marzo y el 13 de julio de 1816, la salud del caraqueño universal deterioró drásticamente, tanto así que fue preciso trasladarlo a la enfermería con esperanzas de que los medicamentos y cuidados hicieran mejorar su condición; lo cual resultó infructuoso. El 14 de julio, un día como hoy, fallece entre espasmos y dolores en la zona abdominal. De este hecho no existen mayores referencias, pues el archivo donde reposaba el parte médico desapareció producto de un incendio. El imperio español le ganó una batalla a Miranda, aunque las causas de su muerte están por investigarse.

El Gobierno Revolucionario y Socialista de la Alcaldía Metropolitana de Caracas quiere rendir un homenaje póstumo a la memoria del caraqueño que entregó su vida por la causa de la libertad, la igualdad y la fraternidad y que junto con Bolívar, hizo de la ciudad de Caracas la cuna de las ideas revolucionarias. Larga vida a la memoria de Don Francisco de Miranda, el caraqueño rebelde e insurgente.


(Miércoles, 25 de julio de 2007)

DIRINVESTHIST

EL MOVIMIENTO LIBERTARIO DE GUAL Y ESPAÑA: GERMEN DE LA INDEPENDENCIA

(210 AÑOS DE AQUEL JULIO REVOLUCIONARIO)

LA ESENCIA DEL MOVIMIENTO

La delatada sublevación encabezada por Manuel Gual y José María España, llamada por la historiografía como la Conspiración de Gual y España, es uno de los movimientos claramente dirigido contra la dominación colonial aunque anteriormente se habían sucedido el alzamiento de Juan Francisco León y el de José Leonardo Chirinos en las proximidades de Coro en 1795, ambos movimientos de carácter reivindicativo fueron brutalmente reprimidos, pero la semilla de libertad quedó sembrada.

La conjura de Gual y España era un proyecto de profundo contenido republicano, que buscaba establecer un gobierno de equidad y justicia, como quedó probado con la declaración ofrecida por Juan José Chirinos, barbero y delator del plan al ser convidado por el patriota Don Manuel Montesinos Rico a incorporarse a la lucha. Chirinos le confiesa al Fiscal de la causa que Rico le insinuó: … “que muchas personas blancas con los pardos, morenos y mulatos, aspiraban y tenían proyectada la unión e igualdad sin ofender a la Religión, pero que los bienes temporales serían Comunes, y todos usarían de ellos como Hermanos, y que no habría estancos de tabaco pues todo sería libre, que esta virtud solicitase amigos”. De lo dicho por el pardo Chirinos, se desprende que el proyecto de Gual y España tomaba como modelo de organización a la Sociedad indígena y, aunque no plantea una estructura socialista en rigor, condiciona el usufructo de los bienes a las necesidades e intereses de la comunidad, lo que supone una propuesta de mucho avance en aquel momento.

UN MOVIMIENTO BIEN ORGANIZADO

La tentativa emancipadora tenía una organización amplia y estructurada, por lo que no fue una acción reactiva sino un sólido movimiento con programa e ideas, pero además, el patriota España en su condición de Justicia Mayor de La Guaira, pudo captar importantes elementos armados y dentro del aparato administrativo colonial, como se expone en la declaración tomada a Rico: … “seguidamente se presentó en su casa Don Manuel Gual, (…) asegurándole Gual para persuadirlo, que tenía de su parte mucha gente, entre ella el Doctor Don Luis Peraza, un sargento de Caballería que trabajaba en la Secretaría de Gobierno, un cadete de Caballería cuyo nombre no se acuerda, que entonces vestía de luto, pero es de color moreno, (…) Don Manuel Verde oficial veterano, (…) un ingeniero de La Guaira, y unos oficiales venidos de Trinidad”.

EL TERROR DE UNA SENTENCIA

Una vez descubierta y desarticulada la rebelión, el Estado español aplica la clásica sentencia estipulada para estos casos: seis reos fueron condenados a la horca, y sus cuerpos desmembrados y exhibidos en parajes públicos; treinta y tres fueron castigados con penas severas (trabajos forzados y destierro) y a todos se les confiscaron sus bienes para satisfacer las acciones de “la Justicia Real” y recompensar a los delatores y traidores. Entre la desgracia y la tristeza de acciones tan duras de aquel Estado imperial, que actuaba sólo para saciar la conducta hedonista del monarca de turno y de la élite de poder, sobresalen hombres que merecen ser destacados por el coraje, la valentía y la claridad de propósito, como es el caso de Agustín Serrano condenado a muerte “Reo principal de esta causa, (…), y acalorado promotor de ella en Caracas, desde cuya capital informaba vigorosamente a los partidarios de La Guaira, asegurándoles que tenía allí muchos, y demostrando a cada paso la mayor desafición al Rey y al Gobierno (…) fue condenado en primero de junio de 99 a la misma pena de muerte en la horca (…) y con la prevención que se pusiese su cabeza fuera del camino que dirige a Caricuao, donde este reo suponía tener alojamiento seguro para 10 mil hombres. Habiéndose pasado a la cárcel de Corte a intimar a este reo la mencionada sentencia, no pudo efectuarse (…) porque este reo que se hallaba en lo interior (…) impedía la introducción de la llave (…) se logró a fuerza de grandes golpes desechar la llave”…

Con su silencio, Agustín Serrano demostró el compromiso que tenía con la rebelión pues, frente a la adversidad, lejos de doblegarse, se llenó de coraje. Ya en la capilla, arrodillado oyó la sentencia, la cual protestó por injusta. Intimidado por el cura a confesar su culpa, el valiente caraqueño… “se puso en pie y más airado dijo que no tenía delito”, al tiempo que le profería al religioso (…) que él era la causa de su muerte como segundo delator del servicio que iba a hacer este reo por remedir la patria de la opresión y tiranía en que la tenía sumergida” El movimiento de Gual y España demostró cómo, desde la aparente quietud de la Caracas colonial los aires de libertad e independencia estaban cimentándose en la conciencia de los venezolanos.


(Sábado, 14 de julio de 2007)


DIRINVESTHIST

YA TENEMOS PATRIA, YA TENEMOS LIBERTAD”

Gritó el pueblo de Caracas, el 5 de julio de 1811

Con la convocatoria a la reunión del Congreso Constituyente de 1811, el primero en América colonial, e instalado en marzo de ese año, se pone fin a las funciones de la Junta Suprema de Caracas, la misma que un año antes, el Jueves Santo 19 de abril de 1810, desde el Ayuntamiento de Caracas1 había lanzado al mundo el grito de Independencia entonado por hijos de la ciudad más rebelde de la América colonial. Sustituye a la Junta un Triunvirato o Ejecutivo plural, integrado por Cristóbal Mendoza, Juan de Escalona y Baltasar Padrón, a quienes correspondió poner el ejecútese a la también primera Constitución promulgada en Hispanoamérica. El 5 de julio quedó registrado, en los anales de nuestra historia, como el acto político-jurídico más trascendente nacido de la voluntad del pueblo soberano, al declararse la Independencia absoluta de Venezuela y Caracas del imperio español o de cualquier potencia extranjera.

EL PUEBLO DE CARACAS SEMBRÓ LA INDEPENDENCIA

La Junta Suprema de Caracas, aunque se declaró conservadora de los derechos de Fernando VII, en realidad sus actos estaban encaminados a romper las cadenas que nos ataban al régimen español, como quedó demostrado en algunos de sus actos: expulsó los dos funcionarios coloniales de más alto rango: Vicente Emparan y Vicente Basadre a los Estados Unidos; garantizó a los españoles el mismo trato y consideración a que los americanos; llamó a los venezolanos a la unión y la fraternidad y al resto de los americanos a enarbolar las banderas de la fraternidad, unión y generosidad para elevar la dignidad política de América; prohibió el tributo a los indios y la introducción de esclavos; nombró comisionados para que informaran al resto de las provincias y al mundo, la decisión del pueblo de Venezuela de ser libre e independiente; permisó el regreso de Miranda a Caracas; repelió el bloqueo de las costas de la provincia de Caracas ordenado por la Regencia Española; convocó a la formación de las sociedades patrióticas, etc.

En Caracas se fraguó la primera insurrección de la América española. En tres siglos de coloniaje Caracas fue la ciudad más marcada por el aparato represivo del imperio y sus hijos acusados de insurgentes. Para muestra las cabezas de José María España y José Félix Ribas, exhibidas en los parajes públicos por defender la causa de la Libertad. Sin embargo, la Revolución de Caracas fue una revolución sin sangre, sin venganzas y alejada de la xenofobia gubernamental que caracterizó al régimen español, tal como le confiesa Bolívar al gobernador de Curazao en 1813 “Tres siglos gimió la América bajo esta tiranía, la más dura que ha afligido a la especie humana (…). Puede V.E. ver un breve [ejemplo] de los actos feroces (…) [de la] crueldad española (…). Hombres y mujeres, ancianos y niños, desorejados, desollados vivos (…). La naturaleza atacada en su inocente origen, y el feto aún no nacido, destruido en el vientre de las madres a bayonetazos o golpes”.2

LA SOCIEDAD PATRIÓTICA O LA VOZ DEL PUEBLO DE CARACAS

La Sociedad Patriótica, fue el instrumento político-ideológico para la propagación de las ideas revolucionarias. Al crearse proclamó la instauración de un gobierno republicano y democrático, luego que el Congreso declarara la independencia absoluta. Entre sus socios destacan: Bolívar, Miranda, Muñoz Tébar, Vicente Salias, Francisco Espejo, Miguel Peña, Carlos Soublette, José Félix Ribas. Eran ellos los insurgentes de abril, como los llamó la Regencia de 1810. Desde la instauración del Congreso, el verbo incendiario del ala radical agrupada en la Sociedad, solicitaba la inmediata y completa separación de Cumaná, Barinas, Barcelona, Margarita, Mérida y Trujillo de los designios españoles, así como la institución de un gobierno republicano y seglar. Maracaibo, Coro y Guayana permanecieron fieles al poder realista. Dice Briceño Iragorry que, a pesar del júbilo que despertó la reunión del Congreso, por la “lerda quietud” con que éste desarrolló sus actividades, el pueblo de Caracas dejó las barras del Congreso y se sumó a los debates fogosos de la Sociedad Patriótica. El pueblo hecho revolución salió a la calle; mientras tanto, algunos diputados meditaban sobre la conveniencia de declarar la independencia y acusaban a la Sociedad Patriótica de querer ser un Congreso sin poderes, que propiciaba el cisma y la discordia. A lo que Bolívar respondió:

“No es que hay dos Congresos. ¿Cómo fomentarían el cisma los que más conocen la necesidad de unión? (…). Se discute en el Congreso nacional lo que debería estar decidido (…). Que debemos comenzar por una confederación. ¡Como si todos no estuviéramos confederados contra la tiranía extranjera! (…). Que debemos atender a los resultados de la política de España (…). Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes proyectos deben prepararse con calma! Trescientos años de calma ¿No Bastan? (…). La Junta Patriótica respeta, como debe, al Congreso de la Nación; pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana. Vacilar es perdernos”. 3 Esta fue la moción que llevó la Sociedad Patriótica al Congreso que el 5 de julio declaró de hecho y de derecho la Independencia absoluta de Venezuela. A las 3 p.m. del día 5, una manifestación popular, a cuya vanguardia estaban Miranda y Espejo, recorrió calles y plazas. Miranda, acompañado de sus socios patriotas… “tomó la bandera en la mano, se enderezó para la Plaza Mayor, y en el mismo sitio donde el verdugo [Agustín Blanco, el 4 de agosto de 1806] quemó y pisó su retrato (…), acompañado del pueblo que clamaba ¡vivas! Tremoló la bandera de la libertad y la Independencia como Teniente General de las Tropas caraqueñas”… 4 refiere Fray Navarrete, testigo presencial del nacimiento de la Primera República Independiente del continente americano, cuyas raíces estaban sembradas en el alma del pueblo caraqueño.

¡VIVA EL PUEBLO INSURGENTE DE CARACAS!

¡VIVA EL PUEBLO DE CARACAS HECHO HOY REVOLUCIÓN BOLIVARIANA!


(Viernes, 13 de julio de 2007)

DIRECCIÓN DE INVESTIGACIONES HISTORICAS

DE CÓMO LOS VENEZOLANOS DERROTAMOS AL IMPERIALISMO EN LAS SABANAS DE CARABOBO

EL 24 DE JUNIO DE 1821

HACE 200 AÑOS LA BANDERA NACIONAL FUE LLEVADA A LA HORCA

Un 12 de marzo de 1806, en aguas haitianas, ondeó por primera vez, en lo más alto del mástil del Leandrer, el gallardete mirandino que semejaba la puesta del arco iris; aquella insignia era el resplandor de la patria que nacía.

Hablar de la bandera es hablar de Miranda. Por eso, en días recientes, cuando un grupo de estudiantes doblegó la bandera, trajimos a la memoria aquel 21 de julio de 1806 cuando fueron llevados a la horca, decapitados y desmembrados los cuerpos de diez de los compañeros de Miranda, según lo estipulado en la sentencia dictada el 12 de ese mismo mes. El monstruoso acto es descrito al Capitán General Manuel Guevara Vasconcelos por Pedro Suárez de Urbina, Comandante del apostadero de Puerto Cabello: “…ayer se verificó la ejecución de los diez reos (…) con todas las solemnidades y formalidades prevenidas (…) habiéndose fijado la citada bandera (la del traidor Miranda), con anticipación por manos del mismo ejecutor, en la horca en asta en un palo sin labrar y torcido, mirando hacia arriba el asta y hacia abajo la bandera…”1 Es decir, en el mismo acto, el verdugo Agustín Blanco, junto a los 10 patriotas también ejecutó la bandera. La muerte del tricolor, era la liquidación de la patria con la cual pretendía Miranda “despojar” al Rey de España de los derechos de soberanía sobre estos países, tal como reza la sentencia.

La bandera, además de 10 vidas, le costó a Miranda una condena por traición, tipificado en la legislación española como delito de lesa Majestad, El precursor fue sentenciado doblemente por ofender a Dios y atentar contra el soberano o contra el Estado y cuyo castigo era la pena de muerte. Doscientos años después, los hijos de Bolívar levantamos con dignidad el tricolor nacional, símbolo de la nacionalidad y estandarte del ejército libertador, el mismo que le dio la libertad a Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia y Venezuela.

SE TAMBALEA EL IMPERIO

Cuando a fines de 1820, Bolívar y Morillo firman los tratados de armisticio y de regularización de la guerra, en España el Rey Fernando VII enfrentaba una coyuntura política desfavorable. El movimiento cívico-militar, liderizado por el Cnel. Rafael de Riego logró una presencia determinante en Madrid, incluso la unidad del pueblo y los militares llegan a las proximidades del Palacio Real, obligando al monarca a negociar con los insurgentes y aceptar una de las principales demandas, como era la restitución de la Constitución liberal de Cádiz. El lapso que va entre 1820-1823, se conoce en España como el “trienio liberal”, proceso en el cual el grupo político de los liberales intenta gobernar en la península. Ese pugilato entre monárquicos da una oportunidad única a quienes en América pugnaban por romper de manera definitiva el nexo colonial y consolidar la independencia americana.

Los imperios suelen ser arrogantes, prepotentes y soberbios. Si es cierta esta afirmación, entonces debemos preguntarnos cuáles razones tuvo el Estado español para encomendar a uno de sus más prestigiosos soldados, el General en Jefe Pablo Morillo, la firma de un tratado de armisticio y de regularización de la guerra con los rebeldes venezolanos. La respuesta es obvia; los enfrentamientos internos tenían muy ocupado al Rey y a la élite española, por tanto no tenía otras opciones que negociar, lo cual significaba un reconocimiento de hecho de la naciente República. El Libertador consciente de ello y de cierta resistencia, respecto al tratado, de parte de algunos importantes funcionarios del gobierno colombiano como el Gral. Santander, le escribió a éste el 19 de julio de 1820: “Ayer he recibido una comunicación muy interesante interceptada por el coronel Carmona en Churuguara, fechada en Cartagena 20 de marzo por el cual hemos sabido noticias de España hasta el mes de abril. Fernando VII el 7 de marzo ha jurado la Constitución y las Cortes, por un decreto forzado por la voluntad del pueblo y a instancia del general Ballestero. Parece que la revolución era general en la península y que el Rey estaba en la última extremidad cuando juró la Constitución”…2

Bolívar tenía claro lo que sucedía en España, estudió y buscó la coyuntura más favorable para lograr la definitiva victoria, para lo cual era indispensable el respaldo a lo interno de la provincia, sobre todo de aquellos territorios que aún se negaba a formar parte del proyecto republicano.

Marabinos: Unámonos contra el imperio y por la libertad. Maracaibo, la “Muy Noble y Leal Ciudad”, llamada así por las cortes de Cádiz desde 1813, hasta entonces se había mantenido fiel al imperio; las élites de la mano del gobierno español habían hecho imposible cualquier manifestación libertaria, pero pudo más la constancia de los revolucionarios marabinos en la difusión de las ideas republicanas. El 28 de enero, los hoy zulianos, tomaron la plaza mayor y el Gobernador Francisco Delgado “a nombre del pueblo” dio a conocer el acta del Ayuntamiento en la que se: …“declara al pueblo de Maracaibo, libre e independiente del gobierno español, cualesquiera que sea su forma desde este momento en adelante; y en virtud de su soberana libertad, se constituye en República democrática y se une con los vínculos del pacto social a todos los pueblos vecinos y continentales que, bajo la denominación de República de Colombia, defienden su libertad e independencia”…3

El 29 a las 5 de la madrugada se enarboló por primera vez el tricolor mirandino. El Gral. Rafael Urdaneta, escribió al Libertador (Rosario, 1 de febrero) y le dice que lo ocurrido en Maracaibo fue un verdadero ejemplo de filantropía…“pues no sólo no se ha vertido una gota de sangre, sino que no pasan de diez las personas que han debido asegurarse por su opinión contraria”… 4 Así, Maracaibo se adhiere a la causa republicana en un momento crucial e importante para la victoria de Carabobo.

EL PUEBLO CONQUISTA LA ESPERANZA

La mañana del 24 de junio de 1821, el Ejército Libertador, dirigido por Simón Bolívar, Páez, Manuel Cedeño, Ambrosio Plaza y Juan Farriar, entre otros, cumplieron una de las jornadas memorables en los casi diez años de guerra continental por la emancipación de Venezuela y el resto de la América española. El Ejército Bolivariano emprende la marcha hacia la sabana de Carabobo, donde el ejército realista dirigido por el General Miguel de la Torre y Pando, vigilaba con particular cuidado las vías de acceso a las planicies de Carabobo, al tramo Valencia - San Carlos, la senda del Pao, “La Pica de la Mona”, los cuales permitían la toma y control de los objetivos de la jornada. Las primeras acciones se escenifican a la entrada de la vía de San Carlos; las divisiones del Ejército Libertador abren una brecha por este sendero y logran penetrar las sabanas de Carabobo, apoderándose de la Loma de Buenavista, sitio estratégico para la victoria definitiva.

Las fuerzas realistas, que ese día no sobrepasaban de los 4.079 hombres, esperaban un ataque frontal del Ejército Libertador, pero la sagacidad y astucia de Bolívar, exigió que la división “Bravos de Apure”, comandada por Páez, ejecutara el ataque por las lomas de las sabanas de Carabobo, sitiando a las divisiones del ejército realista. La superioridad operacional del Ejército Libertador, se vio estimulado en gran medida por la sensibilidad del pueblo venezolano con la causa emancipadora, con excepción de Caracas y zonas aledañas (todavía bajo el dominio español). No sin razón, los días previos a la batalla de Carabobo, un Comandante realista asediado por el Ejército Libertador, le confesaba al Gral. De La Torre: “Estos pueblos son más insurgentes que Bolívar y los que no siguieron a los rebeldes se fueron a los montes, del que no los saca ni el buen trato ni ofertas”…5

Quienes somos los venezolanos

Prueba del heroísmo venezolano se puede resumir en el ejemplo de la señora María Josefa de Palacios, tía materna del Libertador y viuda del prócer José Félix Ribas, quien desde el terrible año 14 del ochocientos prefirió enterrarse viva en un cuarto.

Siete años habían pasado, cuando Bolívar en Santa Ana de Trujillo, le pidió a Morillo que persuadiera a esta patriota para que depusiera su actitud. Morillo envió a un edecán a conversar con Doña Josefa, pero la caraqueña respondió: “Diga a usted a su General que yo no abandonaré este oscuro rincón mientras mi patria sea esclava; que aquí seguiré hasta que los míos vengan a sacarme anunciándome que somos libres”.

“Con el ejemplo de Carabobo, derrotemos al Imperialismo Norteamericano”


(Jueves, 5 de julio de 2007)

DIRECC. INVESTIGACIONES HISTÓRICAS

LAS AUTORIDADES DE LA UCV LE TUVIERON MIEDO AL CADÁVER DE FABRICIO OJEDA

Periodista, parlamentario y guerrillero venezolano, todo eso fue Fabricio Ojeda. Nacido en Boconó el 6 de febrero de 1929 y asesinado en Caracas, en los calabozos del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA), el 21 de junio de 1966. En su larga trayectoria profesional, Fabricio laboró en los diarios La Calle, El Heraldo y El Nacional. Como dirigente de la Unión Republicana Democrática (URD), cosechó un liderazgo protagónico sobre todo como Presidente de la Junta Patriótica (1957), Junta que el 23 de enero de 1958 logró terminar política y militarmente con la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez. Ese día, luego de la caída del dictador, Fabricio aconsejó al pueblo: <Este no es el momento de la venganza.>.

Tres días antes del derrocamiento de Pérez Jiménez, el 20 de enero de 1958, en presencia de Maurice Bergbaum, Jefe de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, se había producido el pacto de Nueva York, suscrito por Rómulo Betancourt (AD), Rafael Caldera (COPEI) y Jóvito Villalba (URD). Desde aquel momento, los representantes de estos partidos sellaban su solidaridad para hacerle frente a la tiranía militar de Pérez Jiménez. El acuerdo fue reafirmado el 31 de Octubre de 1958 y es lo que se conoce en la historia política venezolana como el <pacto de Punto Fijo>. De ambas firmas se excluyó al PCV, que también había formado parte de la Junta Patriótica.

Con la convocatoria a elecciones generales de 1958, se cumplía uno de los acuerdos fundamentales del Pacto de Punto Fijo; el gabinete Betancourt lo formaron adecos, copeyanos y urredistas, el tripartito se repartió entre su militancia cargos y gobernaciones… hasta que URD se retiró del gobierno y del pacto en 1962, año en que surgen las primeras guerrillas organizadas en Venezuela.

En los comicios de 1958, Fabricio fue electo diputado por URD al Congreso Nacional, en representación del Distrito Federal, pero en 1962 renunció al cargo y se fue a las guerrillas. En su carta, fechada 30 de junio, declaraba: … “Y desde entonces comenzamos a prepararnos para el cumplimiento irrenunciable. Con este objetivo, redimir al pueblo haciendo honor al sacrificio de sus mártires, hemos trabajado sin descanso, hemos luchado sin cesar. Ahora, a mi sólo me queda, como decía un insigne pensador latinoamericano ‘cambiar la comodidad por la miasma fétida del campamento, y los goces suavísimos de la familia por los azares de la guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del pantano, y la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada y enferma y desnuda’.// Es por ello, colegas Diputados, que vengo ante ustedes a expresar la decisión de dejar el Parlamento –este recinto que pisé por voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado–, para subir a las montañas a incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y con ellos continuar la lucha revolucionaria para la liberación de Venezuela, para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes”. La causa de esta renuncia, a un curul, es la única que se registra en los anales de la historia parlamentaria del país.

En su condición de guerrillero, se destacó como fundador de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), constituidas el 1° de enero de 1963, y en las cuales, entre otros, obtuvo el grado de Comandante y Presidente del Frente de Liberación Nacional (FLN) en el distrito Argimiro Gabaldón. Tres años después, fue detenido y sentenciado por un Consejo de Guerra a 18 años de presidio acusado de rebelión militar. De la cárcel de Trujillo logró fugarse en compañía de otros compañeros, aunque fue apresado de nuevo en Caracas en junio de 1966, y el día 21 de ese mes fue asesinado. El gobierno difundió la versión de que el camarada se había suicidado.

El haber ocultado la verdadera causa de muerte del camarada Fabricio no nos extraña hoy, pues hace 30 años se pretendió hacer lo propio con Jorge Rodríguez. En esa ocasión, la versión del gobierno fue que Jorge había muerto a causa de un infarto; mientras en un tenebroso calabozo de la Disip las vísceras desprendidas del cuerpo lacerado del maestro acusaban a sus asesinos; pero gracias a la intervención de José Vicente Rangel, la verdad vio la luz, aunque hasta hoy sus asesinos andan sueltos.

Un día antes de la siembra de Fabricio, en la sesión del Consejo Universitario (CU) de la Universidad Central Venezuela del 28 de junio de 1966, punto especial de la agenda fue: la traída a la universidad del cadáver de Fabricio Ojeda, hecho que las autoridades universitarias conocieron por medio de la prensa, por lo que de inmediato el Consejo Universitario le dirigió a la Federación del centro Universitario (FCU) el siguiente oficio: “Este rectorado ha tenido conocimiento (…) que ha sido programado (…) un acto en el recinto universitario, consistente en traer y mantener durante la tarde de hoy los restos mortales del periodista y político venezolano ciudadano Fabricio Ojeda. Este rectorado, si bien comprende los sentimientos que hayan podido influir para la programación de un acto, para el cual no se ha solicitado ni obtenido la autorización reglamentaria de la Universidad Central de Venezuela, se dirige a ustedes para encarecerles a abstenerse de realizar el acto en referencia, ya que su ejecución violaría normas que las autoridades de la institución están obligadas a hacer respetar”.

El texto del oficio señalaba que una vez más las autoridades universitarias habían sido desbordadas y que era necesario una amonestación pública a la FCU. Sin embargo, la vocería universitaria se hizo sentir en la figura de Víctor Ochoa, delegado estudiantil ante el CU, quien salvó su voto, argumentando: “Fabricio Ojeda fue un amigo entrañable de los estudiantes, profesores, empleados y obreros de la Universidad Central que se oponen a la opresión y explotación del imperialismo norteamericano, los cuales constituyen la inmensa mayoría de la población universitaria, por tanto fue perfectamente razonable y justo que como homenaje a su memoria y repudio al horrendo crimen, su cadáver fuera honrado en la Ciudad Universitaria”.

Ayer como hoy, las autoridades universitarias se colocaron de espalda al pueblo, demostrando con ello a qué intereses responden quienes han dirigido y dirigen la Universidad pública y autónoma. ¿Dónde estaba la tan cacareada autonomía universitaria? ¿O acaso había que pedirle permiso al gobierno de Leoni para que Fabricio recibiera el último adiós de los ucevistas? Pareciera que las banderas de la autonomía y la libertad sólo se enarbolan cuando le conviene a las autoridades universitarias.

Como homenaje a nuestros camaradas Alberto Rudas Mezones, Fabricio Ojeda, Noel Rodríguez, Tito González, Víctor Soto Rojas, Alberto Lovera, Nicolás Hurtado, Enrique Tejera, Jorge Rodríguez, Carlos García Silva, y tantos otros, es que cada 21 de junio las y los revolucionarios venezolanos conmemoramos el Día de los Mártires, y en memoria de todos los caídos y desaparecidos durante los gobiernos de AD y COPEI: ¡NO VOLVERAN!

¡SEAMOS COMO FABRICIO!

NO DESMAYEMOS EN ESTA LUCHA QUE TIENE COMO FIN

LA VICTORIA O LA MUERTE


(Domingo, 24 de junio de 2007)

DIRECCIÓN DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS