DE CÓMO LOS VENEZOLANOS DERROTAMOS AL IMPERIALISMO EN LAS SABANAS DE CARABOBO
EL 24 DE JUNIO DE 1821
HACE 200 AÑOS LA BANDERA NACIONAL FUE LLEVADA A LA HORCA
Un 12 de marzo de 1806, en aguas haitianas, ondeó por primera vez, en lo más alto del mástil del Leandrer, el gallardete mirandino que semejaba la puesta del arco iris; aquella insignia era el resplandor de la patria que nacía.
Hablar de la bandera es hablar de Miranda. Por eso, en días recientes, cuando un grupo de estudiantes doblegó la bandera, trajimos a la memoria aquel 21 de julio de 1806 cuando fueron llevados a la horca, decapitados y desmembrados los cuerpos de diez de los compañeros de Miranda, según lo estipulado en la sentencia dictada el 12 de ese mismo mes. El monstruoso acto es descrito al Capitán General Manuel Guevara Vasconcelos por Pedro Suárez de Urbina, Comandante del apostadero de Puerto Cabello: “…ayer se verificó la ejecución de los diez reos (…) con todas las solemnidades y formalidades prevenidas (…) habiéndose fijado la citada bandera (la del traidor Miranda), con anticipación por manos del mismo ejecutor, en la horca en asta en un palo sin labrar y torcido, mirando hacia arriba el asta y hacia abajo la bandera…”1 Es decir, en el mismo acto, el verdugo Agustín Blanco, junto a los 10 patriotas también ejecutó la bandera. La muerte del tricolor, era la liquidación de la patria con la cual pretendía Miranda “despojar” al Rey de España de los derechos de soberanía sobre estos países, tal como reza la sentencia.
La bandera, además de 10 vidas, le costó a Miranda una condena por traición, tipificado en la legislación española como delito de lesa Majestad, El precursor fue sentenciado doblemente por ofender a Dios y atentar contra el soberano o contra el Estado y cuyo castigo era la pena de muerte. Doscientos años después, los hijos de Bolívar levantamos con dignidad el tricolor nacional, símbolo de la nacionalidad y estandarte del ejército libertador, el mismo que le dio la libertad a Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia y Venezuela.
SE TAMBALEA EL IMPERIO
Cuando a fines de 1820, Bolívar y Morillo firman los tratados de armisticio y de regularización de la guerra, en España el Rey Fernando VII enfrentaba una coyuntura política desfavorable. El movimiento cívico-militar, liderizado por el Cnel. Rafael de Riego logró una presencia determinante en Madrid, incluso la unidad del pueblo y los militares llegan a las proximidades del Palacio Real, obligando al monarca a negociar con los insurgentes y aceptar una de las principales demandas, como era la restitución de la Constitución liberal de Cádiz. El lapso que va entre 1820-1823, se conoce en España como el “trienio liberal”, proceso en el cual el grupo político de los liberales intenta gobernar en la península. Ese pugilato entre monárquicos da una oportunidad única a quienes en América pugnaban por romper de manera definitiva el nexo colonial y consolidar la independencia americana.
Los imperios suelen ser arrogantes, prepotentes y soberbios. Si es cierta esta afirmación, entonces debemos preguntarnos cuáles razones tuvo el Estado español para encomendar a uno de sus más prestigiosos soldados, el General en Jefe Pablo Morillo, la firma de un tratado de armisticio y de regularización de la guerra con los rebeldes venezolanos. La respuesta es obvia; los enfrentamientos internos tenían muy ocupado al Rey y a la élite española, por tanto no tenía otras opciones que negociar, lo cual significaba un reconocimiento de hecho de la naciente República. El Libertador consciente de ello y de cierta resistencia, respecto al tratado, de parte de algunos importantes funcionarios del gobierno colombiano como el Gral. Santander, le escribió a éste el 19 de julio de 1820: “Ayer he recibido una comunicación muy interesante interceptada por el coronel Carmona en Churuguara, fechada en Cartagena 20 de marzo por el cual hemos sabido noticias de España hasta el mes de abril. Fernando VII el 7 de marzo ha jurado la Constitución y las Cortes, por un decreto forzado por la voluntad del pueblo y a instancia del general Ballestero. Parece que la revolución era general en la península y que el Rey estaba en la última extremidad cuando juró la Constitución”…2
Bolívar tenía claro lo que sucedía en España, estudió y buscó la coyuntura más favorable para lograr la definitiva victoria, para lo cual era indispensable el respaldo a lo interno de la provincia, sobre todo de aquellos territorios que aún se negaba a formar parte del proyecto republicano.
Marabinos: Unámonos contra el imperio y por la libertad. Maracaibo, la “Muy Noble y Leal Ciudad”, llamada así por las cortes de Cádiz desde 1813, hasta entonces se había mantenido fiel al imperio; las élites de la mano del gobierno español habían hecho imposible cualquier manifestación libertaria, pero pudo más la constancia de los revolucionarios marabinos en la difusión de las ideas republicanas. El 28 de enero, los hoy zulianos, tomaron la plaza mayor y el Gobernador Francisco Delgado “a nombre del pueblo” dio a conocer el acta del Ayuntamiento en la que se: …“declara al pueblo de Maracaibo, libre e independiente del gobierno español, cualesquiera que sea su forma desde este momento en adelante; y en virtud de su soberana libertad, se constituye en República democrática y se une con los vínculos del pacto social a todos los pueblos vecinos y continentales que, bajo la denominación de República de Colombia, defienden su libertad e independencia”…3
El 29 a las 5 de la madrugada se enarboló por primera vez el tricolor mirandino. El Gral. Rafael Urdaneta, escribió al Libertador (Rosario, 1 de febrero) y le dice que lo ocurrido en Maracaibo fue un verdadero ejemplo de filantropía…“pues no sólo no se ha vertido una gota de sangre, sino que no pasan de diez las personas que han debido asegurarse por su opinión contraria”… 4 Así, Maracaibo se adhiere a la causa republicana en un momento crucial e importante para la victoria de Carabobo.
EL PUEBLO CONQUISTA LA ESPERANZA
La mañana del 24 de junio de 1821, el Ejército Libertador, dirigido por Simón Bolívar, Páez, Manuel Cedeño, Ambrosio Plaza y Juan Farriar, entre otros, cumplieron una de las jornadas memorables en los casi diez años de guerra continental por la emancipación de Venezuela y el resto de la América española. El Ejército Bolivariano emprende la marcha hacia la sabana de Carabobo, donde el ejército realista dirigido por el General Miguel de la Torre y Pando, vigilaba con particular cuidado las vías de acceso a las planicies de Carabobo, al tramo Valencia - San Carlos, la senda del Pao, “La Pica de la Mona”, los cuales permitían la toma y control de los objetivos de la jornada. Las primeras acciones se escenifican a la entrada de la vía de San Carlos; las divisiones del Ejército Libertador abren una brecha por este sendero y logran penetrar las sabanas de Carabobo, apoderándose de la Loma de Buenavista, sitio estratégico para la victoria definitiva.
Las fuerzas realistas, que ese día no sobrepasaban de los 4.079 hombres, esperaban un ataque frontal del Ejército Libertador, pero la sagacidad y astucia de Bolívar, exigió que la división “Bravos de Apure”, comandada por Páez, ejecutara el ataque por las lomas de las sabanas de Carabobo, sitiando a las divisiones del ejército realista. La superioridad operacional del Ejército Libertador, se vio estimulado en gran medida por la sensibilidad del pueblo venezolano con la causa emancipadora, con excepción de Caracas y zonas aledañas (todavía bajo el dominio español). No sin razón, los días previos a la batalla de Carabobo, un Comandante realista asediado por el Ejército Libertador, le confesaba al Gral. De La Torre: “Estos pueblos son más insurgentes que Bolívar y los que no siguieron a los rebeldes se fueron a los montes, del que no los saca ni el buen trato ni ofertas”…5
Quienes somos los venezolanos
Prueba del heroísmo venezolano se puede resumir en el ejemplo de la señora María Josefa de Palacios, tía materna del Libertador y viuda del prócer José Félix Ribas, quien desde el terrible año 14 del ochocientos prefirió enterrarse viva en un cuarto.
Siete años habían pasado, cuando Bolívar en Santa Ana de Trujillo, le pidió a Morillo que persuadiera a esta patriota para que depusiera su actitud. Morillo envió a un edecán a conversar con Doña Josefa, pero la caraqueña respondió: “Diga a usted a su General que yo no abandonaré este oscuro rincón mientras mi patria sea esclava; que aquí seguiré hasta que los míos vengan a sacarme anunciándome que somos libres”.
“Con el ejemplo de Carabobo, derrotemos al Imperialismo Norteamericano”
(Jueves, 5 de julio de 2007)
DIRECC. INVESTIGACIONES HISTÓRICAS
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