Es parte de nuestro devenir que luego de la muerte de Lenin, en la Unión Soviética se vivió un periodo de pugnas internas y que la historia (la memoria de la humanidad) se ha encargado de darlo a conocer como “Las Purgas”. En efecto, luego de la terrible enfermedad degenerativa que azotó la existencia de Vladimir Uliánov “Lenin”, padre y creador de la “madre Rusia”, (y que además construyó una propia interpretación de las ideas marxistas), el naciente estado soviético cayó en una lucha intestina entre sectores; unos defendiendo el más “puro” pensamiento leninista, y los otros, sin alejarse del leninismo como base doctrinaria, apostaba por otro tipo planteamientos; Pero eso es harina de otro costal.
Mientras tanto, en la Unión Soviética se organizó un partido político fuerte y de bases sólidas. En él, la “lucha ideológica” se veía cabalmente reflejada en la pelea por el control del Comité Central o Politburó y dos dirigentes se destacaron: Tanto Trosky como Stalin intentaron controlar el partido; claro está, la contienda se libró una vez Lenin, ya no estaba.
La historia es hartamente conocida: Stalin echó a Trosky con la amenaza del aniquilamiento y se constituyó en amo y señor de la URSS, exterminando a sus adversarios políticos. Para esto construyó en las estepas rusas (de ahí la imagen del exilio en Siberia) los llamados Goulags, especies de campos de concentración donde fueron confinados todos aquellos que no se alinearan con las ideas del “Estado”. Infinidad de dirigentes y cuadros revolucionarios fueron condenados al ostracismo, y ahí esperaron que una bala en la nuca terminara con su condena. A Trosky lo mataron de un golpe en la cabeza en su casa de Coyoacán, Ciudad de México.
Además, este proceso estuvo acompañado por la sustitución en las funciones del control del Estado por el aparato político del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Es un hecho que los Comisarios Políticos se convirtieron en una especie de Súper-funcionarios de la Administración Stalinista, destituyendo o restituyendo en sus cargos a burócratas y funcionarios, vigilando que la administración del erario público se llevara a cabo de manera “eficiente y equitativa”, o simplemente como un soplón de la temible policía política de Stalin: la GPU.
Por otro lado, los Soviet, figura primigenia de organización social y política dentro de la revolución bolchevique, luego de la muerte de Lenin, fueron objeto de una política de penetración y absorción por parte del Partido, llegando a desplazarlos, no solo de la toma de decisiones, sino que fueron empujados al abismo del olvido. Pronto, un aparato inmenso y elefantiásico se constituyó alrededor del Partido Comunista, creando la famosa Burocracia Soviética, que terminó por convertirse en una de las razones de la caída de la URSS.
En honor a la verdad, el temor de que el naciente Partido Socialista Unido de Venezuela, que acoge en su seno tanto a Troskistas, Stalinista, Socialistas Bolivarianos, militantes de Izquierda Cristiana, y sectores nacionalistas “derechozos”, caigan en la tentación de querer controlar todas las instancias de la vida política en el país y penetren a los Consejos Comunales, está latente y no debemos permitirlo. Los C.C. deben ser apuntalados de manera determinante, aun mucho más que el PSUV, ya que creemos que son la base fundamental de la revolución, porque trazan la vía hacia el autogobierno, es decir, hacia el socialismo. ¿Que nos toca? Nos toca defender nuestro proceso con todo lo que tenemos. Por eso: ¡Proletarios del mundo, unios!
Roger Blanco-Fombona
Mientras tanto, en la Unión Soviética se organizó un partido político fuerte y de bases sólidas. En él, la “lucha ideológica” se veía cabalmente reflejada en la pelea por el control del Comité Central o Politburó y dos dirigentes se destacaron: Tanto Trosky como Stalin intentaron controlar el partido; claro está, la contienda se libró una vez Lenin, ya no estaba.
La historia es hartamente conocida: Stalin echó a Trosky con la amenaza del aniquilamiento y se constituyó en amo y señor de la URSS, exterminando a sus adversarios políticos. Para esto construyó en las estepas rusas (de ahí la imagen del exilio en Siberia) los llamados Goulags, especies de campos de concentración donde fueron confinados todos aquellos que no se alinearan con las ideas del “Estado”. Infinidad de dirigentes y cuadros revolucionarios fueron condenados al ostracismo, y ahí esperaron que una bala en la nuca terminara con su condena. A Trosky lo mataron de un golpe en la cabeza en su casa de Coyoacán, Ciudad de México.
Además, este proceso estuvo acompañado por la sustitución en las funciones del control del Estado por el aparato político del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Es un hecho que los Comisarios Políticos se convirtieron en una especie de Súper-funcionarios de la Administración Stalinista, destituyendo o restituyendo en sus cargos a burócratas y funcionarios, vigilando que la administración del erario público se llevara a cabo de manera “eficiente y equitativa”, o simplemente como un soplón de la temible policía política de Stalin: la GPU.
Por otro lado, los Soviet, figura primigenia de organización social y política dentro de la revolución bolchevique, luego de la muerte de Lenin, fueron objeto de una política de penetración y absorción por parte del Partido, llegando a desplazarlos, no solo de la toma de decisiones, sino que fueron empujados al abismo del olvido. Pronto, un aparato inmenso y elefantiásico se constituyó alrededor del Partido Comunista, creando la famosa Burocracia Soviética, que terminó por convertirse en una de las razones de la caída de la URSS.
En honor a la verdad, el temor de que el naciente Partido Socialista Unido de Venezuela, que acoge en su seno tanto a Troskistas, Stalinista, Socialistas Bolivarianos, militantes de Izquierda Cristiana, y sectores nacionalistas “derechozos”, caigan en la tentación de querer controlar todas las instancias de la vida política en el país y penetren a los Consejos Comunales, está latente y no debemos permitirlo. Los C.C. deben ser apuntalados de manera determinante, aun mucho más que el PSUV, ya que creemos que son la base fundamental de la revolución, porque trazan la vía hacia el autogobierno, es decir, hacia el socialismo. ¿Que nos toca? Nos toca defender nuestro proceso con todo lo que tenemos. Por eso: ¡Proletarios del mundo, unios!
Roger Blanco-Fombona
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