2 mar 2009

LA TRAGEDIA DEL GENERALÍSIMO

En 1812, el joven Simón Bolívar es puesto por el Generalísimo Francisco de Miranda al frente de la más importante plaza militar que la naciente República de Venezuela tenía: El Castillo de San Felipe de Puerto Cabello. Ahí, el incipiente militar caraqueño, víctima de la traición y la felonía de unos de sus colaboradores, Francisco Vinoni, pierde la plaza a manos de los realistas y dio al traste con las posibilidades de consolidar el proyecto republicano de los venezolanos. Esta acción obliga a Miranda a realizar una Capitulación ante el General Domingo Monteverde, máximo jefe realista de Venezuela. Los términos de la capitulación fueron suficientemente claros: el respeto a la vida y la libertad de los actuantes en la Revolución de abril de 1810; punto que no era negociable. Sin embargo, Monteverde traiciona a Miranda violando el acuerdo y comienza una cacería de brujas en todo el territorio.

Ante esta situación Miranda decide abandonar el país y refugiarse en la Nueva Granada, bajo el cobijo de Nariño, para buscar nuevas fuerzas que ayudaran a retomar el control militar y político de la naciente República. Esto es referido por el hermano Nectario María, quien sostiene que: … “Miranda le manifestó [a Pedro Gual] su plan de irse a la Nueva Granada, donde contaba con Nariño, que era su amigo; y con los recursos que se pudieran llevar y los que probablemente tuvieran allí, seguir luchando y volver a Caracas ‘sin correr los riesgos de toda clase de que estamos amenazados aquí en este momento’.”. Sin embargo, todos los esfuerzos del Precursor fueron en vano, pues el 30 de julio de 1812, Miranda es entregado a Manuel María de las Casas al ejército realista, oficial que estaba a cargo de la plaza y el doctor Miguel Peña, máxima autoridad civil de La Guaira. La noche del 29 algún dinero que embarcó en el Saphiree, barco inglés que le ofreció llevarlo hasta su posible destino en Nueva Granada.

Las fuerzas militares realistas hacen prisionero a Miranda y lo encarcelan en las frías mazmorras del castillo de La Guaira para luego, en el primer tercio del año 1813, ser trasladado, como un acto de humillación, a los calabozos del Castillo de Puerto Cabello, sitio donde en 1806 estuvieron presos sus compañeros expedicionarios y diez de ellos fueron ahorcados. Desde Puerto Cabello Miranda envía sendas comunicaciones a las Cortes de Cádiz, buscando salvaguardar la integridad de su vida, así como la solicitud expresa de que las condiciones de la Capitulación fueran respetadas y cumplidas por los realistas.

A finales del año 13, las autoridades españolas decidieron, producto de los levantamientos en Nueva Granada y las provincias de Venezuela y Caracas, trasladar a Miranda hacía las cárceles españolas. En comunicación enviada por el Gobernador de la isla, éste recomienda el traslado del peligroso reo a la península, ya que “no era posible mantener allí por más tiempo la persona de Miranda, pues por más cautelas que tomasen, por más respetable que fuese la guardia, nada bastaba para precaver los recelos que causaba un hombre enviado de Caracas con orden de echarlo a la mar en caso de aventurarse su seguridad, y no ocurriendo otra providencia más prudente que la de dejarlo donde no tuviese conocimiento, había determinado embarcarlo en el Bergantín Alerta que salía pronto para que fuese encerrado donde y como se merecía”.

Miranda llegó a Cádiz el 5 de enero de 1814, siendo inmediatamente puesto a las órdenes del Capitán General don Cayetano Váldes, quien decidió que el sitio más seguro era el Arsenal de La Carraca, situado al fondo de la bahía de Cádiz y al sureste de la ciudad. Esta cárcel constituía, por sus condiciones naturales, así como por su emplazamiento, un sitio inexpugnable y pertinente para la reclusión de tan peligroso reo de Estado. Miranda, mientras estuvo ahí, fue alojado en una de las cuatro torres que conformaban el Arsenal de La Carraca y recibió todas las comidas desde una fonda destinada al personal que laboraba en el Arsenal. Entre el 25 de marzo y el 13 de julio de 1816, la salud del caraqueño universal deterioró drásticamente, tanto así que fue preciso trasladarlo a la enfermería con esperanzas de que los medicamentos y cuidados hicieran mejorar su condición; lo cual resultó infructuoso. El 14 de julio, un día como hoy, fallece entre espasmos y dolores en la zona abdominal. De este hecho no existen mayores referencias, pues el archivo donde reposaba el parte médico desapareció producto de un incendio. El imperio español le ganó una batalla a Miranda, aunque las causas de su muerte están por investigarse.

El Gobierno Revolucionario y Socialista de la Alcaldía Metropolitana de Caracas quiere rendir un homenaje póstumo a la memoria del caraqueño que entregó su vida por la causa de la libertad, la igualdad y la fraternidad y que junto con Bolívar, hizo de la ciudad de Caracas la cuna de las ideas revolucionarias. Larga vida a la memoria de Don Francisco de Miranda, el caraqueño rebelde e insurgente.


(Miércoles, 25 de julio de 2007)

DIRINVESTHIST

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