2 mar 2009

LAS AUTORIDADES DE LA UCV LE TUVIERON MIEDO AL CADÁVER DE FABRICIO OJEDA

Periodista, parlamentario y guerrillero venezolano, todo eso fue Fabricio Ojeda. Nacido en Boconó el 6 de febrero de 1929 y asesinado en Caracas, en los calabozos del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA), el 21 de junio de 1966. En su larga trayectoria profesional, Fabricio laboró en los diarios La Calle, El Heraldo y El Nacional. Como dirigente de la Unión Republicana Democrática (URD), cosechó un liderazgo protagónico sobre todo como Presidente de la Junta Patriótica (1957), Junta que el 23 de enero de 1958 logró terminar política y militarmente con la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez. Ese día, luego de la caída del dictador, Fabricio aconsejó al pueblo: <Este no es el momento de la venganza.>.

Tres días antes del derrocamiento de Pérez Jiménez, el 20 de enero de 1958, en presencia de Maurice Bergbaum, Jefe de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, se había producido el pacto de Nueva York, suscrito por Rómulo Betancourt (AD), Rafael Caldera (COPEI) y Jóvito Villalba (URD). Desde aquel momento, los representantes de estos partidos sellaban su solidaridad para hacerle frente a la tiranía militar de Pérez Jiménez. El acuerdo fue reafirmado el 31 de Octubre de 1958 y es lo que se conoce en la historia política venezolana como el <pacto de Punto Fijo>. De ambas firmas se excluyó al PCV, que también había formado parte de la Junta Patriótica.

Con la convocatoria a elecciones generales de 1958, se cumplía uno de los acuerdos fundamentales del Pacto de Punto Fijo; el gabinete Betancourt lo formaron adecos, copeyanos y urredistas, el tripartito se repartió entre su militancia cargos y gobernaciones… hasta que URD se retiró del gobierno y del pacto en 1962, año en que surgen las primeras guerrillas organizadas en Venezuela.

En los comicios de 1958, Fabricio fue electo diputado por URD al Congreso Nacional, en representación del Distrito Federal, pero en 1962 renunció al cargo y se fue a las guerrillas. En su carta, fechada 30 de junio, declaraba: … “Y desde entonces comenzamos a prepararnos para el cumplimiento irrenunciable. Con este objetivo, redimir al pueblo haciendo honor al sacrificio de sus mártires, hemos trabajado sin descanso, hemos luchado sin cesar. Ahora, a mi sólo me queda, como decía un insigne pensador latinoamericano ‘cambiar la comodidad por la miasma fétida del campamento, y los goces suavísimos de la familia por los azares de la guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del pantano, y la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada y enferma y desnuda’.// Es por ello, colegas Diputados, que vengo ante ustedes a expresar la decisión de dejar el Parlamento –este recinto que pisé por voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado–, para subir a las montañas a incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y con ellos continuar la lucha revolucionaria para la liberación de Venezuela, para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes”. La causa de esta renuncia, a un curul, es la única que se registra en los anales de la historia parlamentaria del país.

En su condición de guerrillero, se destacó como fundador de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), constituidas el 1° de enero de 1963, y en las cuales, entre otros, obtuvo el grado de Comandante y Presidente del Frente de Liberación Nacional (FLN) en el distrito Argimiro Gabaldón. Tres años después, fue detenido y sentenciado por un Consejo de Guerra a 18 años de presidio acusado de rebelión militar. De la cárcel de Trujillo logró fugarse en compañía de otros compañeros, aunque fue apresado de nuevo en Caracas en junio de 1966, y el día 21 de ese mes fue asesinado. El gobierno difundió la versión de que el camarada se había suicidado.

El haber ocultado la verdadera causa de muerte del camarada Fabricio no nos extraña hoy, pues hace 30 años se pretendió hacer lo propio con Jorge Rodríguez. En esa ocasión, la versión del gobierno fue que Jorge había muerto a causa de un infarto; mientras en un tenebroso calabozo de la Disip las vísceras desprendidas del cuerpo lacerado del maestro acusaban a sus asesinos; pero gracias a la intervención de José Vicente Rangel, la verdad vio la luz, aunque hasta hoy sus asesinos andan sueltos.

Un día antes de la siembra de Fabricio, en la sesión del Consejo Universitario (CU) de la Universidad Central Venezuela del 28 de junio de 1966, punto especial de la agenda fue: la traída a la universidad del cadáver de Fabricio Ojeda, hecho que las autoridades universitarias conocieron por medio de la prensa, por lo que de inmediato el Consejo Universitario le dirigió a la Federación del centro Universitario (FCU) el siguiente oficio: “Este rectorado ha tenido conocimiento (…) que ha sido programado (…) un acto en el recinto universitario, consistente en traer y mantener durante la tarde de hoy los restos mortales del periodista y político venezolano ciudadano Fabricio Ojeda. Este rectorado, si bien comprende los sentimientos que hayan podido influir para la programación de un acto, para el cual no se ha solicitado ni obtenido la autorización reglamentaria de la Universidad Central de Venezuela, se dirige a ustedes para encarecerles a abstenerse de realizar el acto en referencia, ya que su ejecución violaría normas que las autoridades de la institución están obligadas a hacer respetar”.

El texto del oficio señalaba que una vez más las autoridades universitarias habían sido desbordadas y que era necesario una amonestación pública a la FCU. Sin embargo, la vocería universitaria se hizo sentir en la figura de Víctor Ochoa, delegado estudiantil ante el CU, quien salvó su voto, argumentando: “Fabricio Ojeda fue un amigo entrañable de los estudiantes, profesores, empleados y obreros de la Universidad Central que se oponen a la opresión y explotación del imperialismo norteamericano, los cuales constituyen la inmensa mayoría de la población universitaria, por tanto fue perfectamente razonable y justo que como homenaje a su memoria y repudio al horrendo crimen, su cadáver fuera honrado en la Ciudad Universitaria”.

Ayer como hoy, las autoridades universitarias se colocaron de espalda al pueblo, demostrando con ello a qué intereses responden quienes han dirigido y dirigen la Universidad pública y autónoma. ¿Dónde estaba la tan cacareada autonomía universitaria? ¿O acaso había que pedirle permiso al gobierno de Leoni para que Fabricio recibiera el último adiós de los ucevistas? Pareciera que las banderas de la autonomía y la libertad sólo se enarbolan cuando le conviene a las autoridades universitarias.

Como homenaje a nuestros camaradas Alberto Rudas Mezones, Fabricio Ojeda, Noel Rodríguez, Tito González, Víctor Soto Rojas, Alberto Lovera, Nicolás Hurtado, Enrique Tejera, Jorge Rodríguez, Carlos García Silva, y tantos otros, es que cada 21 de junio las y los revolucionarios venezolanos conmemoramos el Día de los Mártires, y en memoria de todos los caídos y desaparecidos durante los gobiernos de AD y COPEI: ¡NO VOLVERAN!

¡SEAMOS COMO FABRICIO!

NO DESMAYEMOS EN ESTA LUCHA QUE TIENE COMO FIN

LA VICTORIA O LA MUERTE


(Domingo, 24 de junio de 2007)

DIRECCIÓN DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS

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